“La gente del Qun es, probablemente, el pueblo más incomprendido de Thedas. Las Guerras Qunari fueron brutales, pero también lo fue el Cisma de la Capilla y la caída del imperio. Parte de esta incomprensión es un accidente de la naturaleza: la raza a la que llamamos "qunari" es formidable. La naturaleza los ha dotado de fieros cuernos y extraños ojos, y los ignorantes los miran como si fueran monstruos.
Otra parte se debe a una cuestión idiomática: son pocos los que hablan la lengua común en el pueblo del Qun y menos aún los que lo hacen bien. Es una cultura en la que se ensalza la maestría: tener solo una habilidad pasable se considera algo humillante, por lo que suelen callarse ante los extranjeros, por vergüenza.”
“Pero la mayor parte se debe a la propia cultura. Los qunari contemplan toda su sociedad como una criatura en sí misma: una entidad viva cuya salud y bienestar es responsabilidad de todos. Cada individuo es solo una parte diminuta del conjunto, una gota de sangre en sus venas, y no es importante por sí mismo, sino por lo que representa para la criatura en conjunto. Por ello, los qunari que conocen la mayoría de forasteros pertenecen al ejército, al que el Qun contempla como si fuera el cuerpo de una persona: son brazos, piernas, ojos y oídos, las partes que una criatura necesita para interactuar con el mundo Uno no puede llegar a conocer una persona únicamente con examinar sus manos o sus pies, por lo que no puede "conocer" realmente a los qunari hasta que no se visita una de sus ciudades. Ahí es donde se encuentra su mente y su alma.
En Seheron y Par Vollen, uno puede contemplar realmente a los qunari en toda su expresión. Ahí, su unidad en un solo ser se hace más evidente. Los trabajadores, a los que el Qun llama "la mente", producen todo lo que los qunari requieren. El alma, el sacerdocio, busca una mayor comprensión del yo, del mundo, y anima continuamente a la mente a esforzarse en alcanzar la perfección. El cuerpo sirve como puente entre la mente, el alma y el mundo. Todas las personas y todas las cosas tienen un lugar, que decide el Qun y en el que trabajan por el bien del conjunto. Es una vida de certidumbre y de igualdad, aunque no de individualidad.”
—De las escrituras del vidente de Kont-aar, 8:41 de la Bendita
“Los hombres buey no matan a sus prisioneros. El Qun aborrece el despilfarro, y una persona es un bien muy valioso. Así que, en lugar de matarnos, nos encerraron en un campo de trabajo de los Ben-Hassrath. Nos llamaban "kabethari" (los simples) y así fue como comenzaron a instruirnos en el Qun.
Los aposentos no tenían ni punto de comparación con los de la Posada del Estado en Minrathous, pero tampoco esperábamos nada mejor. Nuestro dormitorio estaba impecable, y tres veces al día comíamos una especie de gachas insípidas pero nutritivas. Además, siempre disponíamos de agua y té fuerte sin azúcar.”
“Tanto hombres como mujeres son escogidos para unirse a los Ben-Hassrath, lo que me llamó bastante la atención. Tenía entendido que los Qunari distinguían claramente lo que era trabajo de hombres y de mujeres. Pero, pensándolo bien, puede que tenga sentido. Los Ben-Hassrath se encargan de la "reeducación" y asimilación de los pueblos conquistados. La experiencia me dice que tanto mujeres como hombres se relacionan mejor con los de su mismo sexo. Así que tiene sentido que las mujeres se dediquen a reeducar a mujeres y niños, mientras los hombres se encargan de los hombres.
Cabe decir que los Ben-Hassrath nunca han sido crueles. Por muy estrictos que sean, siempre han sido razonables. Les seguía el juego y repetía lo que me enseñaban, pero nunca abandoné las verdades con las que me había criado desde pequeño.
Pero no todos fueron tan astutos. Algunos de mis compañeros se resistieron al adoctrinamiento e incluso se negaron a fingir. Para los Ben-Hassrath, la rebeldía y el descontento son enfermedades que se pueden curar, así que llevaron a aquellos hombres a los "viddathlok", unos templos dedicados a la curación y la recuperación. No sé qué sucedió allí. Cuando aquellos hombres volvieron, habían cambiado completamente.
Hubo algunos a los que no volvimos a ver. Imagino que la "curación" no dio sus frutos.”
—De las memorias de un soldado imperial capturado en alta mar.